Namibia es uno de los lugares más gratificantes para los amantes de la naturaleza dedicados y curiosos, ya que resulta increíblemente satisfactorio descubrir sus enigmas y secretos con la ayuda de un gran guía. En lugar de «nada» más que arena aparentemente sin vida, pronto te deslumbrará todo, desde las trampillas de seda creadas por las arañas blancas bailarinas hasta los elefantes adaptados al desierto que atraviesan casualmente enormes dunas. Este es un lugar que te enseña una de las mayores lecciones de la vida: no se trata de lo que tienes, sino de lo que haces con ello. Aquí, la fauna tiene muy poca agua y pastos altamente estacionales, y sin embargo, juegan, se reproducen y luchan igual que sus parientes en ambientes más ricos. Encontrarlos puede ser más difícil, ¡pero qué emoción cuando logras avistar una hiena parda en la playa o un zorro del Cabo en las llanuras!
Una red de preciosos ríos serpentea a través de los salares de Etosha, las dunas del Namib, las llanuras de Damaraland y los cañones del sur. Estos ríos han sostenido a los Himba y otras tribus durante milenios, y los ecos de su cultura pueden encontrarse en pinturas rupestres y campamentos en el desierto. El alojamiento varía desde opciones ultra lujosas hasta otras más sencillas y conectadas con la tierra, y Namibia es un paraíso para los viajeros que se sientan cómodos con vehículos 4×4 y carreteras arenosas o rocosas. Este es uno de los pocos lugares en África donde puedes conducir tú mismo con seguridad y aun así sentir que estás viviendo una auténtica aventura todoterreno.
